Juguetes de trapo de la guerra olvidados en un refugio

Muñecas y pelota de trapo de la guerra.

Hoy hace un año que mis juguetes de trapo habitan los escalones olvidados de un refugio de la guerra.

Mis muñecos y mi pelota de trapo formaron parte de la inauguración al público de uno de los refugios antiaéreos de la triste e innecesaria Guerra Civil española.

Recibí una llamada desde el Área de Cultura del Ayuntamiento de Guadix. Me hablaron de la intención de abrir este refugio situado en el centro de nuestra ciudad al público y al turismo que nos visita. Un sitio histórico pero desconocido por una gran parte de los ciudadanos.

Me pidieron que hiciera un par de juguetes de trapo, juguetes de los niños en época de guerra. Muñecas de telas viejas olvidadas en un refugio. Pelotas de trapo de aquellos niños que vivieron innecesariamente aquella inconcebible guerra.

Juguetes de tela hechos a mano.

Me encantó la idea, podía hacer un precioso trabajo de investigación y salir por unos días de mi mundo de estrellas y nubes. Pedí bajar al refugio para hacerme una idea, nunca había visitado ninguno. Lo que sentí allí abajo, la humedad de los pasadizos y la frialdad de aquel banco de obra corrido a todo lo largo y la oscuridad y el miedo incrustados en la pared, me hizo ser consciente del tremendo y doloroso trabajo que me habían encargado.

Sensaciones…

Un par de muñecas y una pelota de trapo en el que la investigación y realización fué excitante y dolorosa a la vez por los sentimientos que me produjo. Ponerme el piel de esas madres que vivieron el horror de la Guerra Civil y al mismo tiempo tenían que atender y consolar a sus hijos con la fabricación de algunos juguetes fué duro.

Tristes sensaciones y lágrimas de rabia me acompañaron esos días. Y a la satisfacción de hacer un trabajo nuevo para mí y en el que la investigación fué parte importante, se unió la tristeza del recuerdo de algo que no debió ocurrir nunca…

Apuntes y dibujos son la base de la investigación.

Me fué difícil encontrar información sobre esas muñecas; parece que es un tema olvidado el de los juguetes de niñas pobres de aquella época; sí me fué fácil dar con las pelotas de trapo y otros juguetes con los que los niños varones jugaban pero de juguetes de niñas no encontré nada. Pero siempre hay que saber donde buscar y eché mano de algunas madres de amigas que vivieron la guerra de pequeñas. Ellas me dieron algunas indicaciones y recordaron para mí muchas anécdotas dolorosas entonces pero que las hizo más fuertes y valiosas después.

Esos días eché mucho de menos a mi madre. Era una gran contadora de historias a la que siempre le acompañó un precioso brillo en los ojos. Ella me habría dado mil detalles y se habría involucrado también con mi trabajo y seguro se hubiera puesto mano a mano conmigo. Habríamos disfrutado tanto juntas entre telas envejecidas y ovillos de lana de jerséis deshechos.

Dibujar en un papel hasta dar con el diseño más fiable. Tratar las telas para darles autenticidad. Tomar notas de sensaciones. Pensar e imaginar cómo se hicieron esas muñecas de trapos viejos. Disfrutar liando trozos de tela para hacer una pelota con la que se pudiera jugar. Envejecer todo después. Disfrutar las miradas de asombro de Marisa, Claudia, Iván y de todas las personas que creyeron que eran auténticos juguetes de aquella época.

Hoy recuerdo aquel día en que mis muñecas de telas viejas y mi pelota de trapo viajaron a través del tiempo a la oscuridad de aquel refugio y he de decir que ha sido uno de mis trabajos más queridos.

Queda pendiente una segunda parte donde os contaré el paso a paso.

Y queda latente el saber y asegurar que las guerras no las gana nadie y que no hay que olvidar para no caer en el mismo horripilante error de sembrar odio de nuevo.





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